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EN DEFENSA DE LAS MUJERES
      (1545)

CONTRAPAS
      (1545)

PETICION DE BESO
      (1545)

 

Bernat Etxepare

 

Natural de Eiheralarre, localidad cercana a Donibane Garazi (Saint Jean de Pied de Port), capital de la Baja Navarra, este clérigo fue el autor del primer libro impreso en lengua vasca, en 1545. Poco sabemos de su vida, pero sí que estuvo en prisión, seguramente acusado de partidismo político en una época en que los reinos de Francia y de Castilla luchaban para apoderarse del antiguo Reino de Navarra. En su libro reúne poesía autobiográfica, religiosa, amatoria y patriótica, ensalzando la lengua vasca.

 

CANCION DE MOSEN BERNAT ETXAPARE

        Bernat Etxepare , 1545

 

 

Mosen Bernat, viendo cómo te han ido las cosas,

podías haberte quedado sin acudir a Bearn.

 

No hay escapatoria posible en lo que ha de suceder;

yo no tenía más culpa que la de obrar bien,

y me ha llegado la injusticia por donde menos esperaba.

Me han acusado ante el rey, siendo inocente.

 

El rey me notificó que acudiera de inmediato;

oí decir que estaba enojado, pero no era mía la culpa.

No creí que mis enemigos tuviesen tanta maldad;

acudí, porque no pensaba huír siendo inocente.

 

Si no hubiese acudido, me declaraba culpable,

demostraba que era cierto lo que se me imputaba.

Si la justicia me hubiese escuchado hoy sería libre,

pero como no sucedió así, me arrepiendo de haber acudido.

 

Escarmentar en mal ajeno es gran sabiduría,

aprenda de mí todo aquel que tenga enemigos:

póngase a buen recaudo mientras lleve ventaja,

pues siempre es preferible alejarse del peligro.

 

Yo mismo me puse en manos de mis enemigos.

Todo el bien que hice, ahora, es prueba de delito.

Si no hubiese estado a su merced, me asistiría el derecho,

pero aunque hiciese milagros, ahora es mía toda la culpa.

 

Nadie está a salvo del falso testimonio;

así es como condenaron a muerte al mismo Dios.

No nos extrañe, puesto que somos pecadores,

si nos acusan injustamente.

Tengamos paciencia y que Dios nos asista,

Él castigará a quien obra con maldad.

 

Señor, tu eres el juez verdadero ,

iguales son en tu juicio el grande y el pequeño.

Alguien ha obrado torvamente contra mí,

te ruego le perdones, y hagas que me asista la verdad.

 

Señor, defiéndeme del poder de mis enemigos,

y si veo a los míos alegrarse de mi desgracia,

haz que me sea dado verlos castigados por tu mano,

para que no se burlen de mí, como pretenden.

 

Señor, he cometido pecado contra tí,

no quieras castigarme aquí por ello, te lo suplico.

Al rey, que yo sepa, no le he ofendido

para que tenga que estar aquí en cautiverio.

 

Si quieres castigarme por haberte ofendido,

y armar al rey y su corte contra mí,

alabaré de buen grado tu acción

y llevaré con paciencia el castigo de mis enemigos,

para que, sufriendo aquí, mi alma se salve.

Lo que ellos merezcan, decídelo tú.

 

Todos nuestros males son voluntad de Dios

y es él quien los permite por un bien mayor.

Si yo no estuviera así, quizá habría muerto.

Mis enemigos me han beneficiado creyendo perderme.

 

Algunos de ellos han muerto y yo sigo con vida.

Como creo haber obrado bien defendiendo mi honra,

el bien llegará del mismo modo que llegó el mal:

quien no ha visto el mal no sabe lo que es el bien.

 

Nos salvaremos haciendo el bien, sufriendo el mal;

yo no había probado la desgracia y la miseria,

y ahora sé que Dios no desea condenarme,

cuando ha decidido hacerme sufrir aquí.

Al fuego se purifica el buen oro.

 

Si no me quisiera para sí, no me hubiese castigado,

el padre acostumbra reprender a su hijo querido.

El buen grano hay que limpiarlo antes de guardarlo,

Dios sin duda ha hecho lo propio conmigo.

 

Mosen Bernat, piensa que si la cárcel es dura,

mucho más duro es el infierno.

Aquí tu tienes quien te consuele, ellos no tienen a nadie,

aquí pronto terminará tu castigo, el de ellos nunca.

 

Aquí no tienes más sufrimiento que el deseo de salir libre,

ellos tienen el tormento del fuego eterno,

enorme, espantoso tormento sin tregua alguna.

Recuérdalo, y tendrás paciencia.

 

Fuiste consejero de otros, ahora aconséjate a tí mismo.

Cuando te aflija esta pena, acuérdate de la otra.

Si la pudieses evitar con ésta que padeces,

habrás empleado aquí tu tiempo sabiamente.

 

Pues darías buenos consejos a quien estuviese en tu lugar,

ahora has de ser capaz de aconsejarte a tí mismo,

no vaya a sucederte como al candil:

ilumina a los demás y se consume a sí mismo.

 

Si es grande la injusticia que se ha cometido contra tí,

encomiéndate totalmente a Dios.

Él dará a cada uno su merecido:

castigo a los malvados, gloria a los sufridos.

 

No te condenes a tí mismo guardando rencor,

deseando la perdición del malvado,

pues haces una gran injuria a Dios:

a él lo conviertes en verdugo, y a tí en juez.

 

En cualquier punto que tú juzgues a tus enemigos,

estás condenándote a tí mismo,

y en ello no tendrás excusa alguna.

Que tu dedo señale siempre la bondad.

 

Señor, he de pedirte un gran favor:

en esta ciudad la muerte se lleva mucha gente.

Para que no muera en prisión siendo inocente,

procura, te lo ruego, que salga de aquí con vida,

para que mis enemigos no se mofen de mí:

«Murió en la cárcel porque era culpable».

 

Así como la libertad es el mayor de los bienes,

el mayor de los males es estar encarcelado.

Que nadie, os advierto, sea tan ingenuo como yo,

ni crea toda palabra que el hombre dice.

Señor, defiéndeme en mi derecho.

Amen.

 

 

Traducción: Koldo Izagirre

Versión original: MOSEN BERNAT ETXEPAREREN KANTUIA

 

© Bernat Etxepare    

© Traducción: Koldo Izagirre    

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