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A UN OBRERO ASESINADO
      (1931)

 

Lauaxeta

    (1905-1937)

 

Seudónimo de Esteban Urkiaga, estudió para jesuita, coincidiendo con otros jóvenes de inquietudes vasquistas y literarias, entre ellos Orixe. Nunca se tuvo a sí mismo por poeta, consideraba sus poemas como humildes aportaciones en favor de la lengua vasca, en la que escribió numerosos artículos de prensa y de crítica literaria. A falta de originalidad, su poesía trae el eco de las corrientes francesas por un lado, con una cierta influencia de Baudelaire, y de la balada folklórica por otro lado, al estilo del Romancero Gitano de Federico García Lorca. Como el andaluz, el poeta vasco fue fusilado por los franquistas, tras ser apresado cuando se dirigía a la Gernika recién destruída con varios corresponsales europeos.

 

¡A LA MAR!

        Lauaxeta , 1931

 

 

Desnudo en la proa del barco, piloto de altura,

surco los mares por senderos desconocidos.

¡Dejad todo en tierra! —nos persigue el peligro—,

Nuestro sueño es encontrar nuevas tierras,

De nuestras lágrimas están hechos los lodos que dejamos atrás.

Buscad nuevos horizontes

                                        donde podamos respirar.

Los hombres nos atan con sus fútiles pretextos,

y las ansias de libertad mueren cruelmente.

¡Adelante! Ved al norte los helados montes de nieve,

y los palacios de hadas en frías islas.

Os llevaré:

                        —velas henchidas al viento—

sobre mis ojos brilla la esperanza.

La inquietud de la raza pide nuevos rumbos:

estuvo demasiado atada a tierra.

                                                     ¡Ampliad los horizontes!

Hermoso es este espacio para las proezas heróicas,

insigne bronce para grabar toda clase de letras.

¡Cómo te ama mi pueblo, bravo mar nuestro!

A tu regazo venimos, la tierra se nos queda pequeña.

¡Maestro de energías,

                                        despeja nubes y brumas!

No buscamos ballenas, sino ideas vírgenes.

La aurora muestra su nuevo manto de oro.

Aquí venimos sedientos de sabiduría.

En tierra no éramos capaces de soñar,

sobre la mar se refleja lo más alto.

¡Bravío mar nuestro!

                                 Bogadores de ideas,

saludamos a la luz de los mares.

Domas los cuerpos, y más aún las mentes:

como en nosotros, en tí siempre vive una inquietud.

¿Quién conoce tu calado?

                                         ¡Eres misterio impenetrable!

Espanto de los cobardes es el bramido de la tormenta.

Sólo los vascos se atreven en tu infinito seno,

en el fondo de sus ojos derramaste osadía.

Tú forjas luchadores, dorsos de bronce,

Músculos en tensión, muslos de hierro

—Tentadores manjares para un antropófago...—

Abrénos, infinito mar, las puertas del cielo.

En tí va la muerte, en tí va el amor.

Para este recio pueblo, tú eres el futuro.

Aunque no nació aquí la bella Afrodita

ni tenemos sirenas, somos nuevos Odiseos,

somos jóvenes pioneer, como nuestra raza.

Tu siempre guardas el temblor de una sonrisa.

Pero sacudes tu melena como un león.

¡Mar de los vascos!

                          ¡Impetu y vigor!

¡Adelante, siempre adelante!

                                Desnudos en la proa del barco.

Abiertos los corazones al beso de todos los vientos.

Esta navegación no termina con la vida,

quien se embarca en ella no vuelve nunca.

Dejad los lamentos en tierra, que se queden los pusilánimes.

Nuestras obras precisan de quienes miran al futuro.

Los cielos están limpios, los ojos brillan de alegría.

Sobre la mar van las canciones del mañana...

Recorramos de nuevo la cintura del planeta,

no sobre la espuma, no con vanos esfuerzos, sino en las ideas.

Que la esperanza guíe la nave de los vascos

Hasta la alta claridad donde reinan las almas.

 

 

Traducción: Lauaxeta / Koldo Izagirre

Versión original: ITXASORA!

 

© Lauaxeta    

© Traducción: Lauaxeta / Koldo Izagirre    

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Basquepoetry es un proyecto de la editorial Susa para la difusión de la poesía vasca